FRANCIA - DIA 8

LAMBALLE - MONCONTOUR - SAINT HERVÉ - MÚR DE BRETAGNE - PONTIVY - LORIENT - PORT LOUIS - QUIBERON - CARNAC - VANNES - HERBIGNAC - GUÉRANDE
Abuztuak 19 de Agosto
299 km

Antes de salir de casa éramos conscientes de no poder cumplir todas las etapas programadas y tres etapas habría que eliminar. Este fué el momento y decidimos atravesar la Bretaña del Norte para adentrarnos en terreno atlántico.

Comenzando en LAMBALLE y de una tirada nos plantamos en PORT SAN LOUIS que era un pequeño pueblo costero situado al otro lado de LORIENT. En el camino atravesamos muchos pueblos sin deternernos apenas, si es verdad que nos quedamos con la pena de visitar MONCONTOUR, pueblo integramente medieval y que desde la carretera se apreciaba claramente. Otra vez será. Después de tomar un aperitivo en PORT SAN LOUIS  y dentro de nuestra ruta programada,nos dirigimos a QUIBERON.

Nos encontrábamos en la COSTA DE LOS MEGALITOS, por lo que dentro de la ruta, en la misma carretera, encontramos restos de este tipo de rocas de nuestros antepasados. Había cantidad de ellos y en alguno aprovechamos para estirar las piernas. 

QUIBERON se situaba en una especie de península formada como saliente hacia el mar, que para llegar implicaba salvar más de veinte kilómetros. Geológicamente impresionaba, pero la cantidad de tráfico existente nos aburrió de forma clara, así que decidimos salir de allí y buscar un lugar para comer. Estaba claro que esta zona de nuestra vieja Europa respiraba a historia muy, muy antigua. 

Era un día totalmente veraniego por lo que nuestra intención era comer cerca del mar. Sin darnos cuenta nos encontramos dentro del GOLFO DE MORBIHAN. El lugar era paradisíaco y una vez aparcadas las motos al lado de las rocas, dispusimos nuestro almuerzo. Aprovechamos el día y jugamos con las gaviotas que trataban de autoinvitarse a nuestra mesa. El mar estaba en calma y algún que otro veraneante se adentraba en aquellas frias aguas del atlántico. El sol contribuía a la fiesta por lo que en algún momento nos recordaba nuestra Concha querida.

Después de una agradable tertulia amenizada por el coro de gaviotas, nos pusimos en marcha con el fin de encontrar nuestro destino y a la vez nuestro posible lugar de descanso. De esta manera y sobre las siete de la tarde llegamos a GUÉRANDE, pequeño pueblo francés donde su catedral y sus murallas le daban un carácter medieval.